Analizando
las experiencias del curso "Elaboración de Portafolios de Evidencias" y haciendo
una retrospectiva de mi trabajo como docente, a lo largo de muchos años, puedo
hacer una comparativa tomando en cuenta los avances de la tecnología, no
solamente de la información, sino de manera general. Por ejemplo, en los años
setenta mi papá compró un proyector de películas de 8mm sin sonido y me lo
daba prestado para apoyar mis clases aunque nada más los alumnos veían los
cuentos y se imaginaban los diálogos. Mi padre murió el 29 de Noviembre de 1976, unos días antes de que falleciera, él ya sabía que se avecinaba su muerte, el
cáncer lo había acabado físicamente, pero su mente se conservaba brillante como
siempre, me dijo: “Te dejo la cámara fotográfica y el proyector, creo que a ti
sí te van a servir. Aunque compres otra, ésta (se refería a la cámara) no la
regales, no te deshagas de ella”. Por supuesto que yo, respetando su voluntad y
por el valor sentimental que para mí representa, aún la conservo, conservo todo.
¿Quién
iba a imaginar que la tecnología avanzaría a tal grado y tan pronto?, lo que en
aquellos tiempos soñábamos tener o hacer en un aula ahora es tan fácil y tan
rápido. Bueno, creo que me quedo corta: lo que ni siquiera soñábamos hacer, se
puede lograr el día de hoy, con preparación y recursos, por supuesto.
Haciendo
la comparativa de los años 70s para hoy, observo que actualmente es muy raro
ver a un maestro sin computadora, en la escuela no tenemos sala de medios y aun
así, conseguimos proyectores para poder complementar nuestras clases con las
TICS. No es algo del otro mundo, como en aquellos años que solamente quien
tenía muchos recursos económicos podía comprar aparatos de proyección. Los
niños tienen celulares y uno que otro sus tabletas, tomando en cuenta que el
medio en el que trabajo es de bajos recursos económicos; aunque no es
homogéneo, predomina la pobreza.
Por
otra parte, qué fácil hubiera sido guardar las evidencias de aquellos años.
Conservo fotos, pero me hubiera gustado tener más y que se conservaran
intactas. El papel se va deteriorando aunque se guarde cuidadosamente. Las
notas, los trabajos elaborados. No había la costumbre de guardar evidencias,
todo se iba a la basura porque ya había pasado el año. Borrón y cuenta nueva.
Otro año más.
Las
evidencias del trabajo realizado, no se compartían. Es más, los maestros que se
consideraban buenos en alguna actividad guardaban celosamente sus estrategias
de enseñanza. ¿Cómo le hacía el maestro Panchito para que los niños aprendieran
a leer y escribir?. “Tenía su propio método”, pero no se lo daba a nadie. Hasta
llegamos a pagar cursos con los buenos maestros. Claro, era lo de menos, lo
importante era que compartieran sus experiencias. La diferencia con la
actualidad, bueno eso es parte de mi deseo, que con gusto compartamos lo que
hacemos bien y, por qué no, lo que no nos salió tan bien, fortalezas y áreas de
oportunidad dirían hoy.
¿Qué
es necesario hacer el día de hoy? Efectivamente existe la tecnología, los
recursos son incontables, hablando de comunicación y de información, pero si no
los conocemos, si no sabemos usarlos, de nada servirán para el mejoramiento de
nuestra práctica docente y para elevar la calidad educativa. Todavía observo,
con tristeza, la mala información que impera en la época de la tecnología de la
información, parece ser ésta una contradicción, sin embargo es paradójico. Los
cambios provocados por la gran información, llámese tecnología o redes
sociales, han llegado a afectar los intereses y privilegios de personas o
grupos que se mantenían precisamente por esa desinformación, por la
manipulación de la misma. Ahora han cambiado su manera de operar tratando de
continuar con esta manipulación utilizando las redes de comunicación,
provocando angustia, crisis e incertidumbre entre muchos, en nuestro caso,
maestros. Es triste oir expresiones
falaces que llevan a docentes a no permitirse el derecho de seguir avanzando,
mejorando su práctica docente y elevar la calidad educativa, por temor a ser
despedidos de su trabajo. Es importante demostrarles que quienes continuamos con
nuestra preparación, no estamos equivocados.
MARÍA EUGENIA RAMOS NAVARRO.
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